EL CEREBRO ADICTO
Introducción:
El
presente trabajo tiene como objetivo dar cumplimiento a la Actividad 1 Lectura
y escritura exploratoria, correspondiente al Eje 4 .decidí elegir la lectura
“El cerebro adicto”, que es una publicación de la periodista y divulgadora de
la ciencia, Verónica Guerrero Mothelet, a través de la Revista de Divulgación
de la Ciencia de la UNAM. En este artículo se trata el grave problema de salud
derivado de las Adicciones, partiendo de esto analizaremos el Impacto de las
adicciones en funciones cerebrales, Conductas adictivas, Factores de riesgo,
Prevención, Tratamiento y Recuperación.
Como
muchos sabemos, el uso de cualquier estimulante (alcohol, tabaco, medicamentos
legales, drogas ilícitas o sustancias de uso doméstico) es un problema social
relativamente moderno, que tiene graves consecuencias en el cerebro pues su
consumo modifica la química, estructura y el funcionamiento de dicho órgano. El
término droga se utiliza para referirse a aquellas sustancias que provocan una
alteración del estado de ánimo y son capaces de producir adicción.
“La
adicción es una enfermedad que progresa por etapas”[1] y es ahora vista como una
enfermedad que requiere de un tratamiento para su control, pues, el uso de
estas sustancias acarrea problemas sociales e individuales, De alguna forma,
todos estamos implicados, sabemos que a nuestro alrededor existen drogas. Muchas
veces no se tienen los conocimientos suficientes al respecto, y como todo en la
vida, la ignorancia lleva al error, pero el verdadero problema al que la
sociedad moderna se enfrenta, no son las sustancias en sí, sino, el uso y abuso
que de dichas sustancias se hacen, creando diariamente millones de drogadictos
en todo el mundo.
El
consumo de drogas afecta algunas zonas del cerebro como: el tallo cerebral, la
corteza cerebral y el sistema límbico, además de todo lo anterior, se
obstaculiza el sistema de comunicación e interfieren en el intercambio de
información neuronal. Se explica que existen factores biológicos y ambientales,
que pueden impactar en conductas adictivas, sin embargo, se apunta que personas
proclives a conductas de riesgo o a la búsqueda de novedades pueden desarrollar
conductas de abuso de sustancias.
Desarrollo
El
cerebro humano[2]
Es
el órgano más complejo del cuerpo y regula las funciones básicas de su cuerpo;
le permite interpretar y responder a todo lo que experimenta y moldea sus
pensamientos, emociones y comportamientos.
El
cerebro está compuesto por muchas partes que trabajan juntas como un equipo.
Diferentes partes del cerebro son responsables de coordinar y llevar a cabo
funciones específicas. Las drogas pueden alterar áreas importantes del cerebro
que son necesarias para funciones vitales y pueden fomentar el abuso compulsivo
de drogas que caracteriza a la adicción. Las áreas del cerebro afectadas por el
abuso de drogas incluyen:
§ El
tallo cerebral, que controla las funciones básicas vitales esenciales, como la
frecuencia cardíaca, la respiración y el sueño.
§ La
corteza cerebral, que se divide en áreas que controlan funciones específicas.
Diferentes áreas procesan la información de nuestros sentidos, lo que nos
permite ver, sentir, oír y saborear. La parte frontal de la corteza, llamada
corteza frontal o cerebro anterior (prosencéfalo), es el centro del pensamiento
del cerebro. Faculta nuestra capacidad de pensar, planificar, resolver
problemas y tomar decisiones.
§ El
sistema límbico, que contiene el circuito de recompensas del cerebro. Vincula
una serie de estructuras cerebrales que controlan y regulan nuestra capacidad
de sentir placer. El sentir placer nos motiva a repetir comportamientos que son
fundamentales para nuestra existencia. El sistema límbico se activa mediante
actividades vitales saludables, como por ejemplo comer y socializar—, pero
también mediante las drogas adictivas. Además, el sistema límbico es el
responsable de nuestra percepción de otras emociones, tanto positivas como
negativas, lo que explica las propiedades de muchas drogas de alterar el humor.
Función de las drogas en el cerebro
Las drogas son sustancias
químicas que afectan el cerebro al penetrar en su sistema de comunicación e
interferir con la manera en que las neuronas normalmente envían, reciben y
procesan la información. Algunas drogas, como la marihuana y la heroína, pueden
activar las neuronas porque su estructura química imita la de un
neurotransmisor natural. Esta similitud en la estructura “engaña” a los
receptores y permite que las drogas se adhieran a las neuronas y las activen.
Aunque estas drogas imitan a las sustancias químicas propias del cerebro, no
activan las neuronas de la misma manera que lo hace un neurotransmisor natural,
y conducen a mensajes anómalos que se transmiten a través de la red.
Otras drogas, como las
anfetaminas o la cocaína, pueden causar que las neuronas liberen cantidades
inusualmente grandes de neurotransmisores naturales o pueden prevenir el
reciclaje normal de estas sustancias químicas del cerebro. Esta alteración
produce un mensaje amplificado en gran medida, que en última instancia
interrumpe los canales de comunicación.
La mayoría de las drogas
adictivas, directa o indirectamente, atacan al sistema de recompensas del
cerebro, inundando el circuito con dopamina. La dopamina es un neurotransmisor
que se encuentra en las regiones del cerebro que regulan el movimiento, la
emoción, la motivación y los sentimientos de placer. Cuando se activa a niveles
normales, este sistema recompensa nuestros comportamientos naturales. Sin
embargo, la sobrestimulación del sistema con drogas produce efectos de euforia,
que refuerzan fuertemente el consumo—y le enseñan al usuario a repetirlo.
Nuestros cerebros están
conectados para garantizar que repitamos las actividades vitales al asociar
estas actividades con el placer o la recompensa. Cada vez que se activa este
circuito de recompensa, el cerebro nota que está sucediendo algo importante que
necesita recordar, y nos enseña a hacerlo una y otra vez sin pensar en ello.
Debido a que las drogas adictivas estimulan el mismo circuito, aprendemos a
abusar de las drogas de la misma manera.
Para el cerebro, la
diferencia entre las recompensas normales y las recompensas producidas por las
drogas se puede describir como la diferencia entre alguien que susurra al oído
y alguien que grita con un micrófono. Así como rechazamos el volumen demasiado
alto de una radio, el cerebro se ajusta a las oleadas abrumadoras de dopamina
(y otros neurotransmisores), produciendo menos dopamina o disminuyendo el
número de receptores que pueden recibir señales. Como resultado, el impacto de
la dopamina sobre el circuito de recompensas del cerebro de una persona que
abusa de las drogas puede llegar a ser anormalmente bajo, y se reduce la
capacidad de esa persona de experimentar cualquier tipo de placer.
Así, una persona que abusa
de las drogas eventualmente se siente aplacada, sin vida y deprimida, y es
incapaz de disfrutar de las cosas que antes le resultaban placenteras. Ahora,
la persona necesita seguir consumiendo drogas una y otra vez sólo para tratar
de que la función de la dopamina regrese a la normalidad—, lo cual solo empeora
el problema, como un círculo vicioso. Además, la persona a menudo tendrá que
consumir cantidades mayores de la droga para conseguir el efecto deseado y que
le es familiar que resulta, un fenómeno de la dopamina alta, conocido como
tolerancia.
Conductas adictivas
Conductas adictivas Una
conducta adictiva es la actividad observable, medible y a menudo patológica de
un organismo, que representa su incapacidad de superar un hábito consistente en
un deseo insaciable por una substancia o por la realización de ciertas
acciones. La conducta adictiva incluye la dependencia excesiva, física y
emocional, por el objeto del hábito en cantidades o frecuencias cada vez
mayores
Factores de riesgo para las adicciones
"Toda la parte del
cerebro que es responsable del juicio, raciocinio y control de la conducta se
desarrolla hasta los veintitantos años", explica la doctora Medina Mora.[3]
Factores Familiares: Es el
ámbito en el que la persona crece y va desarrollando su personalidad y valores,
a través de las experiencias que vive la persona.
Factores Sociales: Los
valores predominantes, los estilos de vida y las creencias que el conjunto de
la comunidad tenga acerca de las diversas adicciones.
Factores de los compañeros e
iguales: En este sentido su papel como factor de riesgo y/o protección para las
conductas adictivas.
Factores escolares: Junto
con la familia, la escuela es uno de los primeros agentes socializadores desde
la infancia temprana, y en ella los niños y adolescentes pasan gran parte del
día.
Prevención
El consumo temprano de
drogas aumenta las posibilidades de que una persona desarrolle una adicción.
Recuerde, las drogas modifican el cerebro y esto puede llevar a la adicción y
causar otros problemas graves. Por lo tanto, la prevención del consumo temprano
de drogas o alcohol puede marcar una gran diferencia en la reducción de estos
riesgos. Si podemos evitar que los jóvenes experimenten con drogas, podemos
prevenir la drogadicción.
El riesgo del abuso de
drogas aumenta en gran medida tiempos de transición. Para un adulto, un
divorcio o la pérdida de un trabajo pueden llevar al abuso de drogas. Para un
adolescente, los periodos de riesgo incluyen mudarse o cambiar de escuela.[4] En la adolescencia
temprana, cuando los niños pasan de la primaria a la escuela media, se
enfrentan a situaciones sociales y académicas nuevas y desafiantes. A menudo,
durante este período, los niños están expuestos a sustancias que se prestan al
abuso (como los cigarrillos y el alcohol) por primera vez. Cuando entran a la
escuela secundaria, los adolescentes pueden enfrentarse a una mayor
disponibilidad de drogas, al consumo de drogas por parte de adolescentes
mayores o a actividades sociales donde el consumo es común.
Los estudios han demostrado
que los programas basados en la investigación, como los que se describen en
Cómo Prevenir el Uso de Drogas en los Niños y los Adolescentes: Una Guía con
Base Científica para Padres, Educadores y Líderes de la Comunidad del NIDA,
pueden reducir significativamente el consumo temprano de tabaco, alcohol y
drogas ilícitas.[5]
Pero para no llegar a
necesitar tratamiento Rubén Baler propone la prevención universal: "Evitar
todo lo que sabemos que es dañino y tratar de promover y enaltecer lo que
sabemos que es positivo".
Tratamiento y Recuperación de las Adicciones
La adicción es una
enfermedad tratable. La investigación en la ciencia de la adicción y el
tratamiento de los trastornos por consumo de sustancias ha permitido
desarrollar intervenciones basadas en la evidencia que ayudan a las personas a
dejar de abusar del consumo de drogas y reanudar una vida productiva.
No siempre, pero al igual
que otras enfermedades crónicas, la adicción se puede tratar con éxito. El
tratamiento les permite a las personas contrarrestar los efectos potentes y
dañinos sobre el cerebro y el comportamiento y recuperar el control de sus
vidas.
Existen diferentes tipos de
medicamentos que pueden ser útiles en distintas etapas del tratamiento para
ayudar a que un paciente deje de abusar de las drogas, continúe con el
tratamiento y evite las recaídas.
Medicamentos utilizados para
tratar la drogadicción:
Adicción
al tabaco
· Terapias de reemplazo de la nicotina
(disponibles en los siguientes formatos: parche, inhalador, o chicle)
·
Bupropion
·
Vareniclina
Adicción
a los opiáceos
·
Metadona
·
Buprenorfina
·
Naltrexona
Adicción
al alcohol y las drogas
·
Naltrexona
·
Disulfiram
·
Acamprosato
Existen también tratamientos
conductuales que ayudan a que la persona participe en el tratamiento de
trastornos provocados por el consumo de sustancias, modificando sus actitudes y
comportamientos relacionados con el consumo de drogas y el aumento de sus
habilidades para la vida, con el propósito de manejar circunstancias
estresantes e indicios ambientales que podrían desencadenar una intensa ansia
de drogas y dar lugar a otro ciclo de consumo compulsivo. Las terapias
conductuales también pueden mejorar la eficacia de los medicamentos y ayudar a
las personas a permanecer más tiempo en el tratamiento.
Conclusiones:
El consumo de drogas cada
vez crece más, y al mismo tiempo el acceso a ellas es más fácil. Los jóvenes no tenemos
noción del mañana, vivimos el presente. Muchos de nosotros nos iniciamos en una
adicción sin tener en cuenta (quizás por falta de conocimiento, o inconciencia)
los riesgos que ésta trae.
La mejor manera de combatir
las adicciones son previniéndolas, concientizando a la sociedad del grave
problema que traen consigo. Es importante tener claro
que las adicciones son una enfermedad tratable, siempre y cuando la persona
tenga la disposición de dejarse ayudar. Con respecto al papel que
les toca a nuestros padres, profesores, amigos, creemos que, además de
enseñarnos, deben aconsejarnos para no caer en las adicciones.
Reflexión
Elegí este tema porque las
adicciones son un problema que no pasa de moda, si bien no solo le afecta a la
persona que la padece sino a toda la sociedad. Antes había estudiado acerca
de las adicciones pero de una manera superflua, es decir, solo las consecuencias
que trae consigo, pero al leer el texto “El cerebro adicto”, de Verónica
Guerrero Mothelet pude comprender como ingerir cualquier estimulante pueden
alterar áreas importantes del cerebro que son necesarias para funciones vitales
y pueden fomentar el abuso compulsivo de drogas que caracteriza a la adicción.
Para empezar a escribir este
tema partí de los recursos proporcionados para Identificar las técnicas de
lectoescritura para este curso y posteriormente de la lectura que elegí (“El
cerebro adicto”, de Verónica Guerrero Mothelet), tales recursos fueron de mucha
ayuda para la elaboración de este tema.
Bibliografía
[1] Doctor Rubén Baler, científico de la salud de
la Oficina de Políticas Científicas del NIDA.
[2] https://es.wikipedia.org/wiki/Cerebro_humano
[3] http://www.comoves.unam.mx/numeros/articulo/177/el-cerebro-adicto
[5] National Institute on Drug Abuse.
Preventing Drug Abuse among Children and Adolescents: A Research-Based Guide
for Parents, Educators, and Community Leaders (Second Edition) (NIH Publication
No. 04-4212[A]). Rockville, MD, 2003.
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